Yo no era cafesera, hasta bien pasadita de edad, cuando empecé a dar clases en la Universidad Fermín Toro, hace unos 15 años atrás, pues estaba la tradición en la oficina de docentes, y yo por querer pertenecer, comencé a degustar la respectiva tacita de media tarde, pero en casa no tomaba sino hasta que emigramos.
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