[ESP]
Hola, amigos de @holos-lotus.
Es un placer unirme a la iniciativa "Los recovecos del mundo interior", propuesta por @damarysvibra.
Antes de comenzar, quiero agradecer por su idea, puesto que para mí es totalmente nueva la teoría de los estados del yo, descritas en el libro 'El Guión de Vida' de José Luis Martorell. Siento que es un regalo poder aprender herramientas que me ayudan a comprenderme mejor y que me inspiren a compartir mis pequeñas experiencias.
Cuando escuché hablar de los estados del yo, lo primero que pensé fue en cómo podía relacionarlos con mi propia vida. Me di cuenta de que, de alguna manera, cada etapa de mi historia ha estado marcada por uno de estos estados. Así que lo explicaré desde mi punto de vista, porque creo que en el fondo todos podemos identificarnos con este viaje interno. Desde este momento declaro que mi base descriptiva será mi edad o etapa de vida + un estado del yo.
El estado del Yo Niño fue, sin duda, el que predominó en mis primeros años. En mi infancia y adolescencia me movía, como muchos, entre la curiosidad, la rebeldía y la impulsividad. Soy del signo Acuario, y quienes compartimos este signo sabemos que solemos ser algo rebeldes por naturaleza, con un carácter fuerte y muchas veces explosivo. Discutía por todo, llevaba la contraria sin detenerme a pensar en si lo que hacía me beneficiaba o me perjudicaba. Desde ese lugar, muchas de mis decisiones eran tomadas sin reflexión, pero también eran auténticas, cargadas de emoción y de búsqueda de identidad.
Más adelante, en mi juventud, comencé a descubrir dentro de mí al estado del Yo Padre. No porque ya lo fuera biológicamente, sino porque empecé a aplicar en mi vida ciertas actitudes protectoras y normativas que había recibido de mis propios padres, aunque a veces también cargadas de los traumas y aprendizajes de mi niñez. Empecé a rectificar errores, a reconocer que muchas de las peleas y conflictos de mi adolescencia habían dejado huella en mí, y poco a poco traté de canalizar esas experiencias hacia algo más constructivo. Al convertirme en tío, por ejemplo, descubrí una faceta protectora que no conocía. Intentaba cuidar, guiar y dar a mis sobrinos aquello que yo mismo sentí que me faltó en mi infancia. El yo padre, entonces, surgió como un puente entre mis heridas de niño y mi deseo de ofrecer algo mejor a quienes me rodean.
Finalmente, está el estado del Yo adulto, ese al que aspiro llegar plenamente, porque admito que ME FALTA MUCHO PARA ALCANZARLO (así en mayúsculas como reafirmación de que es un estado superior ideal al mío actual). El yo adulto es, para mí, sinónimo de equilibrio, de análisis sereno, de capacidad para tomar decisiones desde la experiencia y no solo desde la emoción o la repetición de patrones aprendidos. Reconozco que aún estoy en camino hacia él, que no siempre logro activar esa parte madura y reflexiva que todos necesitamos, pero también sé que cada día avanzo un poco más. Mi meta es llegar a ese estado donde mis decisiones no estén condicionadas únicamente por lo que viví en mi niñez ni por lo que repito desde la figura del padre interior, sino que nazcan de una conciencia clara, equilibrada y libre.
Así, los estados del yo no son para mí solo una teoría de un libro, sino un espejo en el que puedo mirar mi vida. Un niño rebelde y soñador, un padre protector con sus luces y sombras, y un adulto en construcción que cada día trabaja en su propio crecimiento. Si algo he aprendido en este recorrido es que no se trata de negar ninguno de esos estados, sino de reconocerlos, integrarlos y hacer de ellos aliados en nuestro camino hacia una vida más plena.
Una vez más, un saludo a todos y agradecido de estar acá. 🙏
Fotos libres de Pixabay.
[ENG]
Hello, friends of @holos-lotus. It’s a pleasure to join the initiative “The Corners of the Inner World”, proposed by @damarysvibra. Before I begin, I want to thank you for this idea, since for me the theory of the ego states, described in the book “Life Script” by José Luis Martorell, is completely new. I feel it’s a gift to be able to learn tools that help me understand myself better and inspire me to share my small experiences.
When I first heard about the ego states, the first thing I thought of was how I could relate them to my own life. I realized that, in one way or another, each stage of my story has been marked by one of these states. So I will explain it from my own point of view, because I believe that deep down we can all identify with this inner journey. From this moment, I declare that my descriptive base will be my age or stage of life + one ego state.
The Child Ego State was, without a doubt, the one that predominated in my early years. In my childhood and adolescence, I moved—like many others—between curiosity, rebellion, and impulsiveness. I am an Aquarius, and those of us who share this sign know that we tend to be somewhat rebellious by nature, with a strong and often explosive character. I argued about everything, contradicted others without stopping to think whether what I was doing benefited or harmed me. From that place, many of my decisions were made without reflection, but they were also authentic, full of emotion and a search for identity.
Later, in my youth, I began to discover within myself the Parent Ego State. Not because I was already a parent biologically, but because I started to apply in my life certain protective and normative attitudes I had received from my own parents, although sometimes also loaded with the traumas and lessons of my childhood. I began to correct mistakes, to recognize that many of the fights and conflicts of my adolescence had left a mark on me, and little by little I tried to channel those experiences into something more constructive. For example, when I became an uncle, I discovered a protective side of myself that I didn’t know existed. I tried to care for, guide, and give my nephews what I felt was missing in my own childhood. The Parent Ego, then, emerged as a bridge between my childhood wounds and my desire to offer something better to those around me.
Finally, there is the Adult Ego State, the one I aspire to fully reach, because I admit that I STILL HAVE A LONG WAY TO GO TO ACHIEVE IT (yes, in all caps, as a reaffirmation that it is an ideal higher state compared to my current one). For me, the Adult Ego means balance, calm analysis, the ability to make decisions based on experience and not only on emotion or repeated patterns. I recognize that I am still on the way toward it, that I don’t always manage to activate that mature and reflective part we all need, but I also know that every day I move forward a little more. My goal is to reach that state where my decisions are not conditioned solely by what I lived in my childhood or by what I repeat from my inner parent figure, but instead arise from a clear, balanced, and free consciousness.
Thus, the ego states are not just a book theory for me, but a mirror in which I can see my life. A rebellious and dreamer child, a protective parent with both light and shadows, and an adult in the making who works on his growth every day. If I’ve learned anything on this journey, it is that it’s not about denying any of these states, but about recognizing them, integrating them, and making them allies on our path to a fuller life.
Once again, greetings to all, and I am grateful to be here. 🙏
Translated with DeepL Translator.
Free pics of Pixabay.
