¡Saludos a todos en la comunidad de Top Family! El día de hoy me uno por aquí para participar en el concurso Observa Piensa Escribe. Para esta ocasión, próximos a las festividades de diciembre, comparto mi opinión al respecto sobre esta imagen.
Recuerdo lo que fue mi primer arbolito de Navidad. Cuando era pequeña no teníamos un árbol grande y ostentoso, en su lugar éramos felices con el pequeño arbolito de navidad que mi abuela Hilda tenía, el cual había adornado su casa todos esos años. Lo nuestro no era mucho el arbolito, porque se decoraba fácil y rápidamente, entonces toda la atención iba más hacia el pesebre del Niño Jesús. Mi abuela y mi madre eran católicas, así que naturalmente el pesebre formaba parte de la tradición navideña en nuestro hogar. Por lo que se pasaban horas, incluso días para poder terminar con éxito el pesebre. Lo hacíamos mi hermana, mi abuela, mi mamá y yo. Era algo muy dulce, recuerdo las ovejitas que siempre se caían del pesebre.

Sin embargo, cuando fuimos creciendo deseábamos también poder tener un gran arbolito. Así que cada que pasaba por un local donde papá compraba los víveres, le señalaba a él lo mucho que deseaba tener un arbolito cómo aquellos que tenían en exhibición. Él me decía que si lo iba a comprar, que pronto tendría dinero suficiente para eso y que le diera tiempo. Y así fue. Un buen día fuimos a comprar el arbolito de Navidad y fue uno de los días más felices de mi vida porque ese arbolito trajo una nueva actividad en familia: armar el arbolito. Así que también se compraron bambalinas, guirnaldas, las luces, estrella y peluches pequeños para cargarlos en el árbol. Esa primera vez que lo armamos, estábamos: mamá, papá, mi hermana y yo. No recuerdo dónde estaba mi abuela.
Lo cierto es que lo colocamos en el centro de la sala y comenzamos por la base, luego el trono y la punta. Cada quién tiene su forma de armar y decorar el arbolito, por lo que es cuestión de gustos. En casa comenzamos por añadir las luces, luego las guirnaldas y luego luego, los adornos. Papá era muy perfeccionista así que siempre buscaba mejorar el aspecto del árbol, cuidando que ningún espacio quedara vacío y se viera bien tupido. Lo último en colocarse era la estrella para finalmente proceder a encenderlo. Fue muy bello. Desde entonces, ese arbolito sigue siendo parte de la familia y anualmente se saca para embellecer la casa. Finalmente, esta es mí anécdota detrás de la imagen. Muchas gracias por pasar por aquí. Un fuerte abrazo.
Concurso Observa Piensa Escribe