Lezzet has that cozy atmosphere that invites you to stay for hours. The lighting is soft and dim, as if whispering for you to relax and enjoy the ambiance and flavors. There are three areas: one more traditional with tables and chairs, and two outdoor spaces where the best thing to do is kick off your shoes and sink into huge floor cushions, true to the Arabic style. It’s perfect for unwinding, chatting, and savoring without rush, though I didn’t take photos of the outdoor areas out of respect for those dining there.
The menu is incredibly broad—not just in options, but in flavors, textures, and aromas. We did what we love most: ordered several dishes to share so we could try a bit of everything. Definitely the best choice, if you ask me. We started with some Turkish tacos that were an easy 10/10. Juicy, well-seasoned, striking the perfect balance between exotic and familiar; I say familiar because I grew up surrounded by this culture in Venezuela, where there was significant Arab, Lebanese, and Turkish immigration. Many of my lifelong friends have these roots and would often invite me to enjoy massive feasts at their homes.
Next came a shared platter with spreads like hummus and babaganoush, warm pita bread, crispy rolls, falafel (one of the best I’ve had in Medellín), and kibbeh. Everything was exquisite, with balanced flavors—nothing overwhelming or excessive. You could tell the ingredients were fresh and that someone skilled was working magic in the kitchen.
They also offer cocktails, natural juices, traditional desserts, and a menu clearly crafted for curious foodies. I left wanting to try the Turkish tea and a pistachio dessert, so I already have an excuse to return. The service was warm and quick, and the staff made great recommendations based on our preferences. That kind of thoughtful service really adds to the experience. As for the location, Lezzet is on Calle 8, very close to Provenza, but just far enough to feel like a hidden gem. It’s the kind of place you wouldn’t notice from the main avenue, but once you find it, you know you’ve discovered something special.
In summary, Lezzet felt like a true culinary treasure—perfect for visiting with friends, a partner, or even for a solo experience with a book in one hand and plenty of pita bread in the other. If you're in Medellín and craving a sensory escape without leaving the country, Lezzet is definitely worth every bite.
ESPAÑOL
Lezzet tiene ese aire acogedor que invita a quedarse algunas horas. Tiene una iluminación tenue, suave, como si te estuviera susurrando que te relajes y disfrutes del ambiente y los platos. Hay tres ambientes, uno más tradicional con mesas y sillas, y dos al aire libre donde lo mejor es quitarse los zapatos y dejarse caer en los enormes cojines sobre el suelo, al más puro estilo árabe. Perfecto para desconectar, charlar y saborear sin apuros, aunque no pude fotografiar los ambientes externos por respeto a quienes estaban ubicados allí comiendo.
El menú es super amplio. No solo en opciones, sino en sabores, texturas y aromas. Decidimos hacer lo que más nos gusta, pedir varias cosas para compartir y así probar un poquito de todo. La mejor decisión si me lo preguntan. Arrancamos con unos tacos turcos que estaban literalmente 10/10. Jugosos, bien sazonados, con ese punto justo entre lo exótico y lo familiar; digo familiar porque crecí rodeada de esta cultura ya que en mi país, Venezuela hubo mucha migración árabe, libanesa y turca, muchos de mis amigos de toda la vida tienen estas raíces y siempre me invitaban a compartir grandes banquetes en sus casas.
Luego vino una tabla para compartir que incluía cremas como hummus y babaganoush, pan pita calentito, tabaquitos crujientes, falafel (uno de los mejores que he probado en Medellín) y kibbe. Todo estaba exquisito, con sabores equilibrados, nada empalagoso ni exagerado. Se notaba que los ingredientes eran frescos y que hay mano experta dándole su toque mágico en la cocina.
También tienen cócteles, jugos naturales, postres típicos y una carta que claramente fue pensada para foodies curiosos. Yo me quedé con ganas de probar el té turco y algún dulce de pistacho, así que ya tengo excusa para volver. La atención fue cálida, rápida, y supieron recomendarnos según nuestros gustos. Se agradece mucho cuando el servicio suma puntos a la experiencia. En cuanto a la ubicación, Lezzet se encuentra sobre la calle 8, muy cerca de Provenza, pero lo suficientemente apartado como para sentirse como un secreto bien guardado. Es ese tipo de lugar que no ves desde la avenida principal, pero cuando lo encuentras, sabes que acabas de descubrir una joya.
En resumen, Lezzet me pareció un tesoro gastronómico, perfecto para ir con amigos, en pareja o incluso para tener una experiencia culinaria en solitario con libro en mano y mucho pan pita para acompañar. Si estás en Medellín y quieres darte una escapadita sensorial sin salir del país, Lezzet definitivamente vale cada bocado.
- Translation: DeepL translate
- Diseño/Design: Por mí utilizando CANVA/By myself using CANVA
- Video/Photography: Por mí /By myself
- English is not my native language, I apologize for possible errors in the translation.
"Todo es creado dos veces, primero en la mente y luego en la realidad " Robin Sharma.
Documento las cosas que me apasionan, mis aventuras llenas de color por el mundo, la deliciosa comida que me saca una sonrisa y mis opiniones y experiencias sobre moda. Soy fashionista, foodie, tech lover y community builder. Me encanta crear cosas geniales con mis manos, hacer sonreír a quienes me rodean y darle un vistazo al futuro mientras le doy forma a mi presente a través de web3. Conoce mi marca de ropa phygital @Metamerch 🚀